Por Cynthia Salas
Hace días esperaba a mi mamá afuera de un consultorio, junto a mi sobrino de 17 años. Olvidé llevar un libro, así que entre la espera y el aburrimiento que ya traíamos, después de revisar todas las redes sociales, abrí la cámara de mi celular para tomarme una selfie, un segundo antes me había mirado en el espejo retrovisor y me gustaba mi aspecto, pero al abrir la cámara de selfie, mhhh no me gustaba para nada.
Como broma le digo a mi sobrino, ¿por qué me veo fea en las selfies? No esperaba que me respondiera, pero había olvidado que es un genio de la tecnología, de verdad un genio (¿Así pensamos todas de nuestros sobrinos, hijos, nietos?).. y entonces casualmente me empieza a dar toda una explicación de la razón tecnológicamente hablando… -“Lo que pasa es que tú ojo tiene una cantidad de píxeles mucho más elevada que la de la cámara del celular, entonces lo que tú ves en el espejo, no puede verse de la misma manera en el celular porque sus píxeles son más reducidos, así que la imagen no se ve 100% real”. Dice Rodrigo. Y cierra con un: -“Para eso existe el photoshop”.
La esperanza aquí, fue: somos más bonitos y bonitas de lo que se ve en la cámara jaja. Pero me dejó pensando en la obsesión que tenemos por vernos bien en un mundo que no es real y en lo destructivo que ha sido para muchos hasta el punto de modificar su imagen para verse bien a través de una pantalla tonta que ni buenos píxeles tiene, en lo mucho que vivimos a través de otras miradas.
Recientemente descubrí el libro Psico-Cibernética, del autor Maxwell Maltz un ex-cirujano plástico que comenzó a analizar profundamente el cambio que tenían algunas personas (no todas) al cambiar su aspecto físico. Observando el impacto que tenía la autoimagen en su comportamiento. Muchos de sus pacientes venían con algún trauma por algún rasgo que los había definido por años, quizá un defecto de nacimiento, algo que había sido motivo de bullying, pero en muchos casos era algo que habían dejado que los demás impusieran en ellos, se habían visto a través de los demás. Al realizar la cirugía estética necesaria, ellos podían deshacerse de ese motivo de inseguridad o burla automáticamente y la mayoría lograban superarlo, verse a sí mismos con nuevos ojos y lograban aumentar su seguridad.
Sin embargo, no en todos los casos sucedía de esta manera, ya que algunos seguirían pensando de sí mismos como antes y seguirían cargando con las mismas inseguridades. El dr. Maxwell se dió cuenta que no era una cuestión de cirugías y cambios físicos, si no de la percepción que cada uno tenía de sí mismo, se dió cuenta que lo que era necesario cambiar desde fondo era la autoimagen. Si te interesa más a profundidad el tema te recomiendo este libro, en el que el dr. nos muestra el poder que tiene nuestra mente para crear nuestra realidad.
No estoy en contra de las cirugías, creo que el ser humano siempre ha sido un buscador de la belleza. Pero quisiera que recordemos que los pensamientos que tienes acerca de ti mismo, la opinión que tienes sobre ti y la relación que tienes contigo, son más importantes que cualquier imagen distorsionada de un celular y que cualquier opinión de los demás. Que no te dejes definir por una fotografía, que te encuentres bien contigo en cualquier peso, que se vale arreglarte la nariz o lo que tú quieras, pero promete que entonces te sentirás increíble con eso y que lo harás por ti y para ti y que seguirás trabajando siempre amorosamente por tu salud (lo más importante) y por tu correcta autoimagen con paciencia y disciplina siempre buscando lo mejor para ti mismo. Al final, no hay modelo en portada de revista que no haya necesitado photoshop 🙂