Por Iyali Alcaraz
Vivir con un trastorno de la conducta alimentaria es vivir 24/7, 365 días al año pensando en la comida. ¿Qué tanto daño me hace ó no?, ¿Qué voy a comer en la siguiente hora de comida?, ¿cómo voy a poder hacer que nadie se dé cuenta que no voy a comer? Es pensar en las calorías o en qué “tanto me engorda” el alimento que se me presentará en la cena de Fulanito. Es irte a acostar pensando en el desayuno del día siguiente , es estar a media noche con una ansiedad que no te deja dormir pensando en la caja de galletas que vive en la alacena, es esto y son muchas cosas más porque cada persona vive su trastorno a su forma, ya que no dejemos de recordar que estos viven en nuestra mente y que al igual que nosotros, todos somos diferentes.
Primero que nada, hay que entender que un TCA ó Trastorno de la Conducta Alimentaria, es una enfermedad que se caracteriza por tener alteraciones biológicas alrededor de la comida. No es solo tener una mala relación con esta, sino con nuestro cuerpo, nuestra salud mental y nuestras acciones.
La estadística dice que hoy en día el 10% de las mujeres vivimos con varias conductas de riesgo sin cumplir todas las pautas para tener el diagnóstico tal cual de anorexia o bulimia nerviosa con su debido subtipo pero ¿A qué me refiero con esto? que no todos entramos en el criterio diagnóstico tal cuál del doctor y el papelito, pero muchos vivimos en ese espectro, con conductas insanas, peligrosas que creemos que nos ayudan o que sabemos que no nos ayudan pero aun así el precio es demasiado caro, porque la meta es la misma siempre, nunca engordar.
Estos trastornos que quedan como “volando” se les llaman TANES por sus siglas que significan; Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados.
Los padecemos miles de personas alrededor del mundo, principalmente mujeres y digo padecemos porque, en mi caso, el mío es llamado Trastorno por atracón, este se caracteriza por comer (normalmente a escondidas) cantidades grandes de comidas o bebidas que sé que son altas en calorías y que la mayoría de las veces se tienen catalogadas como malas y que sí, hacen daño. Después de estos episodios, llega la inquilina incomoda a nuestro cuerpo llamada culpa y es ella la que nos enseña que hacer al respecto con todo lo que comimos y que tanto deberíamos de castigarnos… es aquí donde nos familiarizamos con los TCA, aparecen los laxantes, ejercicio, ayuno, vómito, por mencionar algunas conductas compensativas y junto con estas “aligerar” nuestra culpa y sentirnos un poquito mejor en nuestro cuerpo ó mejor dicho odiarlo menos.
Mi trastorno sin saberlo empezó cuando era adolescente, no entendía a veces porque si alguien comentaba sobre mi cuerpo o mi plato me hacía enojar tanto, no entendía porque me encerraba a llorar por horas mientras me decía a mí misma cosas horribles, no entendía porque si alguien me preguntaba o controlaba mi porción mi ira despertaba en un nivel 10 de 10. Después crecí y como todo, nuestros problemas empiezan a ser de otro tipo (y más agudos).
Hasta que un día me descubrí comiendo a escondidas en la madrugada y la calma que sentía era agridulce, entre aquella que me permitía ser yo la dueña de mi porción y mi plato y aquella que se arrepentía tanto de haber comido…con el paso del tiempo mi TCA empezó a caminar conmigo y entonces todo el día trataba de no comer nada en público (o que nadie se diera cuenta cuando lo hacía) a menos que fuera lechuga o algún tipo de ensalada, ¡sin aderezo claro está! A veces solo me conformaba al saber que ya venía la noche e iba a poder comer algo de la lista de lo “no permitido” y que nadie iba a poder comentarme nada porque nadie me iba a ver. Poder comer sin escuchar comentarios sobre mi cuerpo y mi plato que cada vez eran más y más cotidianos principalmente en mi familia.
Casi siempre se sentía como un “autoflagelo” donde sabía que el tomar y comer cosas “malas” me hacían daño y eso es lo que me quería hacer, daño.
Hoy después de muchos años de terapia y de mejorar la relación que tengo con la comida,
me cuestiono tanto el por qué cada vez las cifras del TCA van en aumento, tanto para hombres como mujeres. Hoy las redes sociales nos gritan tanto no nada más sobre como debemos lucir, sino qué debemos comer, hoy nuestro plato familiar es de dominio público, hoy que dieta de moda elegir es vox populi, hoy podemos ver 200 recetas de cómo hacer un gansito fit, pero nunca jamás atrevernos a darle una mordida al verdadero. Y sí es cierto que la mayoría creció viendo a nuestras mamás con los licuados Slim, la Dieta de la Zona, aerobics, la triste pechuga de pollo a la plancha, la Coca light y el cigarro como canasta básica o siguiendo cualquier dieta loca y de moda que se usaba en ese momento.
Hoy las cifras de aumentos de trastornos están en aumento, ¿en qué momento le dejaremos de tener miedo al plátano? y dejaremos de lado esas creencias arcaicas sobre dietas insanas donde la avena y muchas frutas y verduras quedaban totalmente excluidas y satanizadas para toda la vida ¿Por qué hoy en lugar de poder disfrutar un mango, nos es más fácil comer un brownie? ¡Claro! sin azúcar, ni grasa, ni harina, ni pan, ni chocolate, ni lactosa y entonces ¿De qué está hecho ese brownie? y ojo cero voy hacia el otro lado donde quiero “normalizar” el comer 33 brownies en un día.
Hoy te invito a preguntarte si alguna vez has hecho más horas de ejercicio de las tolerables por tu cuerpo por “ganarte” un pedazo de pastel o aligerar la culpa de comer medio plátano en tu smoothie de la mañana, o si laxarte, ayunar o vomita es algo rutinario en tu semana por temor a engordar. Si hoy en día te enoja ver a una persona comer sin culpa, si todos los alimentos que comes “están categorizados como alimentos sanos y orgánicos” y de ahí nunca te sales, si hoy en día tratas de disculparte todo el día por lo que comes, si te escondes para comer algún alimento, si tu satanización de alimentos es por temor a que estos se te queden “pegados en el cuerpo” y te engorden, si decides saltarte varias horas de comida para poder vivir solo con 1000 calorías y no morir en el intento… ¿te suena?
Hoy además de cuestionarte, te invito a abrazarte y buscar la ayuda necesaria para mejorar la relación con la comida y sobre todo con tu cuerpo. Agradecerle por un día más de vida.
En caso de tener hijos, pregúntate: ¿qué estoy haciendo para mejorar mi relación con la comida? ¿ayudo a que mis hijos disfruten su comida o es una hora más del día? ¿saben que existen alimentos prohibidos y “malos” o saben ¿qué es sano y qué se come en casa? Te juro no es normal que a ninguna edad odiemos alimentos y que nos escondamos al comerlos, te aseguro que puedes encontrar el balance entre lo que “debemos” y lo que esta allá afuera.
Hay que hacer dieta de esos tipos de persona que no son expertas en estos temas, de amigas que critican nuestro cuerpo o el de nuestros hijxs, de nuestra familia inclusive; de nuestras abuelas, madres, hermanos y padres que juzgan, critican o hablan sobre nuestro cuerpo, de cómo se ve y de qué es lo correcto servirte en el plato. Hoy perdono y abrazo a mi niña que sufrió por tantos complejos de los otros hacia mí, hoy entiendo que eran los demás, no yo.