Por Cynthia Salas
¡Qué fuerte la palabra “desnuda”! No sé qué pensaste cuando leíste el título de la columna, a lo mejor sentiste una especie de rechazo, o pensaste algo negativo, tal vez entraste aquí por morbo (holiii) o no se, tal vez la palabra e incluso la acción te parecen muy naturales, eso va a depender mucho de cada quien.
Estar desnuda para muchas personas puede ser algo tan personal y tan íntimo, tan raro también que muy apenas salen de la regadera e inmediatamente intentan cubrirse, no salen pero ni del baño cuando ya están totalmente vestidas, mientras que otras personas disfrutan andar por su casa con poca o ninguna ropa perfectamente cómodas.
De lo que vengo a hablarte hoy es simplemente de la relación que tienes con tu propio cuerpo. Hace algunos años, en mis cursos de imagen personal, hacía una pregunta a las asistentes, como una parte importante del curso: ¿Cuántas veces te miras desnuda al espejo? Siempre notaba que la pregunta incomodaba a varias, se sacaban un poco de onda, era algo que aunque para muchas pudiera ser natural, para otras parecía lo más antinatural del mundo.
Mirarte desnuda al espejo, puede ser una de las terapias más fuertes de introspección, primeramente porque tenemos todavía algunas ideas que pueden venir de nuestros entornos religiosos en el que el cuerpo se ve como sinónimo de pecado o de algo malo, como algo que nos han enseñado a cubrir siempre y muchas veces nos han enseñado a avergonzarnos del mismo. Y segundo, porque al verte tú misma frente al espejo, te darás cuenta que inmediatamente comienzas a juzgarte o buscarte algún defecto.
¿Cuántas veces culpamos a la sociedad de que nos estandarizan e imponen cierta belleza, de que se nos juzga, etc, pero al estar solas en un cuarto, mirándonos, somos las primeras en auto-ofendernos?
Quiero invitarte a intentar este ejercicio como terapia, diariamente después de bañarte busca mirarte en un espejo de cuerpo completo y admirar por algunos minutos tu cuerpo. No importa tu edad, ni tu complexión, ni tus cicatrices, ni todo lo que por años has rechazado de ti. Míralo tal cual es, conócelo y entiéndelo, te darás cuenta mucho más a tiempo de algún daño que puedas estarle haciendo (si te detienes a observar) porque una cosa es juzgarlo y otra diferente es observarlo y atender las necesidades, por ejemplo puedes darte cuenta si hoy está más hinchado que ayer, tal vez porque ayer comiste azúcar de más, y podrás modificar eso… tal vez hoy está menos hinchado que ayer y será porque ese jugo verde natural en las mañanas te está haciendo muy bien, o quizá necesitas protegerlo más del sol, hidratarlo mejor, o verás que el gimnasio está teniendo resultados, o tal vez observaras alguna nueva manchita por la edad y podrás agradecer por todos estos años que el cuerpo te ha sostenido por tanto.
El cuerpo cambia constantemente, día con día, minuto a minuto. Creo que a todas nos ha pasado que de pronto notamos el paso del tiempo así, ¡de golpe! y muchas veces es porque nos hemos ignorado por tanto tiempo que cuando realmente nos detenemos a vernos, nos sorprendemos a nosotras mismas, en lugar de dedicarnos algunos minutos al día, hacer pausa y observar los sutiles cambios que nos van ocurriendo. Otra vez te digo, para atender con amor y atención.
Cualquier relación ya sea de amistad, trabajo o sentimental requieren tiempo y dedicación. Mejorar la relación con tu cuerpo requiere de ello también, no te olvides de ti misma, así como hay que dedicarle tiempo a nuestra mente y espíritu, hay que dedicar a nuestro cuerpo físico.
Así que no tengas miedo, mírate hasta que aprendas a hacerlo sin ser dura contigo misma, te aseguro que mejorar la relación con tu cuerpo, tendrá beneficios que nunca te has imaginado.