Por Dona Wiseman
“No sé qué me pasa, ya no soy yo. No me reconozco. Tengo miedo. Me siento insegura. Me dan ataques de ansiedad y pánico.”
Sí, nos está pasando a muchas. No me extraña. Lo que me extraña es la cantidad de personas que cree que solo les está pasando a ellas. Me preocupa pensar que iremos todas a hacer fila en los consultorios psiquiátricos, en vez de darnos cuenta de lo que sucede y de aprender a tolerar el hecho de que estamos algo nerviosas, colectivamente nerviosas.
Si el mundo fuera un frasco lleno de distintos granos y semillas, el momento que estamos viviendo es el resultado de una niña traviesa y curiosa que tomó el frasco y lo agitó con todas sus fuerzas para ver cómo las semillas y los granos formarían distintos patrones al acomodarse de nuevo. Ninguno estaría en el mismo lugar.
Hmmmm…tal vez el estar en un lugar distinto no es problemático, no sé. Tal vez para algunas el haber vivido estos últimos años y no haber hecho los cambios necesarios es lo que nos provoca la ansiedad. Pasan años y jamás somos las mismas, pero ¿estoy resistiendo ante lo que ha cambiado? ¿Estoy evadiendo el cambio que corresponde al no hacer limpieza de ciertas áreas de casa, o de mi mente? ¿Me niego a soltar?
Soltar. Es un talento caro. Hace días le pregunté a un hombre sobre sus canciones favoritas y me dijo le gustan “puras caras”. La expresión me hizo sentido en tantos aspectos. Soltar es un talento caro. Creo que es de las pruebas más grandes de nuestra intención de incorporarnos al flujo de vida, a la creatividad, y a la abundancia.
Una joven actriz muy admirada por mí ha escrito una obra de teatro. Dentro de su obra, que es una joya, ha escrito algo que me llega muy profundamente. “…ten el valor para llorar porque la contención es una peligrosa vanidad.” Resistirnos al cambio, no darnos cuenta de que las semillas ya no están en el mismo lugar en el frasco, no soltar, pelearnos con lo que es y lo que hay, hoy nos tiene miedosas, inseguras, ansiosas, desmotivadas. Nos sentimos perdidas y con debida razón. Pensándolo bien, a ver, ¿a todas nos gusta lo fino, lo bueno, lo caro, lo elegante, lo que es de calidad? Qué hermosa oportunidad tenemos entonces de adquirir una herramienta de vida de las más finas: el soltar. Expectativas, apegos, metas caducas, ideas, creencias, necedades…
Entre más soltamos, más espacio habrá para otras cosas, o para la calma.