POR MAYTE CEPEDA
Estamos por cerrar un año que, no se si sea la única con la sensación de que pasó rapidísimo… siento que de febrero a diciembre se me fue en un abrir y cerrar de ojos. No sé en qué consiste que hace años el tiempo pasaba tan lento y ahora se va volando. ¿Será que antes nos queríamos comer el mundo y ahora el mundo nos está comiendo a nosotros?
¡FELIZ AÑO NUEVO!
Siempre que iniciamos un año nos llenamos de buenas intenciones, deseos, proyectos, metas y anhelos por cumplir. Esto es natural y todos nos vemos en la necesidad de abrir una nueva página en nuestro libro de la vida y comenzar a llenarla de cosas positivas.
Y qué padrísimo cuando esas cosas bonitas y deseos los vas cumpliendo y palomeando las metas, te sientes super plena y capaz de lograr todo lo que te propones. Malo cuando sucede lo contrario: te cae el veinte que ya vas cerca de junio y volando hacia agosto y te quedaste bien corta en cumplir esas metas; comienzas a agobiarte y sentirte mal por no haberlas logrado.
¡CUIDADO!
Ahí empieza el autoboicot. Si, esa horrible sensación de que no puedes lograr nada, que procrastinaste de más y no viste resultados sobre tus planes y metas. Te culpas por mil cosas a tu alrededor, incluso por aquellas situaciones que no dependían de ti y como quiera las echas al costal de la culpa que ahí andas día a dia cargando y digamos que mental y emocionalmente, todo se va en picada. ¿Te has sentido en esa situación?
NO ESTÁS SOLA
Si la respuesta es sí, déjame decirte algo: NO ESTÁS SOLA. Tal como esta revista se encarga de recordarte a cada momento con un artículo, un consejo o un meme, que realmente no estás sola, que todo pasa y todo se soluciona.
Así que veamos la situación de autoboicot desde otra perspectiva. Sin buscar culpables ni agobiarte más, ponte manos a la obra. Primero que todo, el fin de un año, de un ciclo, nos sirve para echar un ojito atrás y ver todo lo que sí sucedió. Sea bueno o malo pero sucedió y ¿sabes porqué? Porque sencillamente necesitabas esa experiencia en tu vida. Necesitabas sentir y vivir todo lo que te sucedió durante este 2022, con el objetivo de aprender y crecer.
Entonces ahí cambia la cosa ¿verdad? Si dejamos de lado el sentimiento de culpa o enojo por no lograr cosas, podremos darle oportunidad a nuestro ser de ver y valorar lo que sí sucedió y el porqué de que haya sucedido. En ocasiones somos muy injustas con nosotras mismas y nos cegamos frente a todo lo bonito que somos, tenemos, hacemos y decimos. En algún leí que la mente está diseñada para dejar pasar enemil cosas correctas y positivas que hacemos o que suceden frente a nosotras pero, con una sola negativa que pase ahí si brinca la mente y se pone a juzgarte a ti y a los culpables de esa cosa negativa.
MEJOR, CIERRA BONITO
Sabiendo esto, es hora de darnos cuenta que es mejor cerrar bonito. Agradecer por cuanta traba se te puso en el camino para lograr una meta, porque cada traba te sirvió para aprender y experimentar algo que te ayudará al momento de tomar una decisión importante. Agradecer por lo mucho o poco que hubo, por que con eso lograste entender el valor de lo inmaterial e intangible frente a lo material. Agradecer porque sigues aquí, vives, ves -aunque a veces te haces como que no ves-, oyes -aunque a veces no quieres oír lo que te toca oír-, sientes -y eso te ayudará a saberte merecedora de sentimientos bonitos–, comes –aunque a veces no lo hagas de manera consciente si no por placer, y de cuando en vez, ¡se vale!, caminas -con tus piernas o con ayuda de alguien o de algo–, te bañas –que aparte de limpiar tu cuerpo físico, ayuda como terapia y resetea el cuerpo mental y emocional–, duermes –con o sin ayuda, con o sin compañía–, haces y deshaces, con todo el significado y extensión que puedan tener esas dos palabras.
Hoy mejor agradece, a ti, a los que te rodean, arriba, abajo, a los miedos, oportunidades, experiencias y a todo lo que se te ponga enfrente. Por algo llegó a ti. ¡Namasté!