Por Annalee Carreon
El día que te fuiste sin duda dejaste un gran vacío en mi vida y en mi corazón. Ese último suspiro que diste mientras me mirabas a los ojos aún lo tengo tatuado en mi mente. Por un instante sentí que no aguantaría el dolor tan inmenso de perderte, que el corazón no resistiría y moriría; no entendía por qué te ibas, por qué nos dejabas, por qué habías dejado de luchar por un tiempo, no entendía por qué habías tenido tanto sufrimiento en tu vida, no entendía por qué tu abandono, por qué tenías que dejar este plano humano.
Me haces falta cada día de mi vida, aún te lloramos en casa, aún te veo cuando cierro mis ojos, sonriéndome como siempre lo hacías, nos hacen falta tus locuras, tus apapachos tan únicos y hasta tus regaños.
Sin duda una parte de mi se fue contigo y ha sido muy difícil aprender a vivir sin tu presencia, fue difícil aprender a disfrutar de nuevo de las cosas bellas de la vida sin compartirlas contigo. No, no estaba preparada para decirte adiós.
A casi 2 años de tu partida he aprendido que no te fuiste, que sigues a mi lado en cada paso, que en mis días más grises puedo sentir tus abrazos y en mis días más felices veo tu sonrisa compartiéndolo conmigo. Porque no, no te fuiste, trascendiste a un plano aún más maravilloso, y segura estoy que nos encontraremos de nuevo. A casi 2 años de tu partida me has enseñado a amar sin poseer, me has enseñado a abrir un sentido que no conocía, ese único sentido con el que puedo estar cerca de ti, me has enseñado a ser aún más fuerte, a ser aún más valiente.
Gracias por cada día seguirme enseñando a disfrutar de los pequeños momentos, a valorar cada instante pues pudiera ser el último, gracias por estar conmigo en cada paso.
TE AMO HASTA EL CIELO Y LA PROMESA EN PIE DE VERTE DEL OTRO LADO.
VIVE CADA MINUTO COMO SI FUERA EL ÚLTIMO
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