POR MAYTE CEPEDA
¿Quién no conoce el Avemed, un sitio lleno de magia y energía bonita? Si vives en Saltillo, digamos que representa un must conocerlo, buscando una clase de yoga, baile, meditación, algún curso o diplomado o asistir a una consulta o terapia buscando tu bienestar.
Yo soy una de las personas afortunadas que he disfrutado Avemed en sus actuales instalaciones y desde su anterior ubicación en la Colonia La Salle. Desde la primera vez que fui a tomar una clase de yoga como prueba por allá de mayo del 2001, recuerdo que ese lugar con sus energías, aromas y vibras me envolvió por completo y me enamoró perdidamente, hasta convertirlo en parte de mi vida.
Es un lugar maravilloso. En él, tuve la oportunidad de conocer personas super interesantes, llenas de magia y enseñanzas. Tuve también el privilegio de dar clases de Ashtanga Yoga desde el año 2003 hasta inicios del 2020. Y luego de manera itinerante, algunas ocasiones de modo presencial y otras en línea, debido a la nueva realidad que vivimos durante la pandemia.
Sin volver de manera formal a dar clases, ya que la vida de mamá a veces significa que por las tardes te conviertes en chofer de tus hijos y andas en vueltas, entrenamientos, mandados y demás, yo sentía que pronto volvería al Avemed a mis clases de yoga que tanto me gusta dar y a la vez aprender de cada alumno que he tenido.
Sin embargo, hace un par de semanas recibí la noticia de que el Avemed cerraría sus puertas a lo que habitualmente se dedicaba (yoga, baile, cursos, terapias) y se convertiría en un espacio de enseñanza docente. Confieso que fue una noticia que me cayó de manera sorpresiva e incrédula; no me caía el veinte y creía que de alguna y otra manera, Avemed continuaría siendo lo que ha sido para mí.
Y pues no, el Avemed si cierra y automáticamente cargué un paquete de instrucciones mentales y emocionales cargadas de un montón de recuerdos, para aprender de a deveras a practicar el desapego. El desapego que en el fondo decimos que no lo tenemos respecto a las personas o a los bienes materiales, pero que la realidad es otra.
Así que acompañada de lágrimas y berrinches internos llegó la enseñanza de soltar y aprender de lo vivido. Mi maestro Popo Arizpe nos dijo algo muy cierto y profundo: El Avemed no es un lugar, es una idea y, como tal, debe continuar y todos los que disfrutamos de este lugar, nos toca esparcir la semilla en otros lugares y con otras personas.
Con un corazón bien agradecido (aunque aún muy triste) reconozco la maravilla de todo lo vivido en este mágico lugar. Por aquella primera piedra que marcó el inicio de este hermoso lugar, en el que festejamos con muchas actividades incluyendo una meditación de 24 horas, entre sueño y frío pero rodeados de mucho amor; por cada práctica de yoga, cada maestro invitado, cada clase de yoga con frío, calor, con sueño, con muchos alumnos o a veces con muy poquitos, por cada meditación, por cada curso y retiro, por el amor y la compañía de todas las personas con las que me topé ahí, de las que aprendí y disfruté mucho, me queda decir gracias, gracias, gracias y Namasté!.