Por Karla López
Ayer fue nuestra 6a batalla y tal como en en las anteriores te enfrenté valiente y con gran confianza, sin embargo ya no salgo invicta de nuestros encuentros, se empiezan a notar los estragos de esta guerra. Mis propias armas dejan heridas porque las utilizo con todas mis fuerzas contra ti. Me dejan agotada, sin poder comer, sin dormir, mis armas son poderosas, pero a veces no distinguen donde estás y deben avanzar sin importar qué haya en su paso, dejando mi cuerpo, mente y espíritu lastimado. Cada día debo luchar contra las minas que dejas, minas que detonan con pensamientos nuevos de tristeza, preocupaciones y miedos, que hacen que me debilite aún más. Algunas veces he aprendido a esquivarlas y salgo ilesa, pero en otras ocasiones piso una tras otra y me dejan lastimada en el suelo. Eres muy tramposo y sabes dónde colocarlas, sabes que no estoy bien y que con mis pocas fuerzas no podré esquivarlas. Pero hay algo que no puedes tocar con esas explosiones, el amor de mi familia. Ellos pueden sobrevolar ese territorio minado y rescatarme sin detonar ninguna, tienen la habilidad de encontrarlas y con mucho cuidado retirarlas dejando el camino despejado y seguro para mi. Me rescatan con sus brazos llenos de consuelo y me dejan descansar en ellos. Ahí puedo recupérame, alimentarme y sanar todas mis heridas. Mi ejército entero ha planeado estrategias en mis días más difíciles para que yo descanse tranquila. Saben que el camino a la victoria es largo, pero aún así están dispuestas a caminarlo conmigo.
Es difícil aceptar que me lastimes, pero entiendo que tú también tratas de ganar. Yo te aseguro que estás agonizando, haz perdido territorio y jamás lo volverás a recuperar, al contrario de ti yo cada día me hago más fuerte, mis heridas sanan rápido y puedo llegar fuerte a enfrentarte. Te escucho todos los días tratando de distraerme, pero puedo notar que se te acaban las municiones, disparas en ocasiones y a veces aciertas. Últimamente lanzas flechas llenas de tristeza que me hacen recordar lo difícil que es tenerte como invasor, arranco esas flechas sabiendo que podría llorar, pero es más doloroso dejarlas, así que acepto ese llanto dejando que seque mi heridas. Tomo mi kit de primeros auxilios y las limpio con recuerdos de todas las veces que te he ganado, la cubro con vendas de amor propio y las curo con mi fe en Dios como antibiótico, así logro evitar la infección de la angustia y la tristeza.
He tomado medidas rebeldes para negarme a tu conquista, pues sé que te gusta robar las cabelleras de tus contrincantes. Yo me previne utilizando un casco protector, es pesado y frío, no puedo colocarlo yo sola, necesito a mi fiel escudera que me ayuda manejarlo. Me viste con el cada batalla, se encarga de cubrirme con mucho cuidado y me acompaña todo el tiempo. Sabe manejarlo a la perfección, sin embargo haz logrado penetrar en ocasiones y haz dejado lanzas que han debilitado mi cabello, lo robas poco a poco, te escucho burlarte cada que vez que lo pierdo. Pero aún conservo lo suficiente para seguir utilizándolo, sabes que el cabello de las guerreras representa su fuerza, yo no estoy dispuesta a perderla, seguiré usando mi casco y soportando tus caprichos. Y si por alguna razón logras robármelo, caminaré orgullosa como todas las demás pues cuando te vayas recobraré mi cabello y será el símbolo de que te he vencido y tú ya no estarás para verlo.
No importan los obstáculos que dejes en mi camino, mis ángeles Doctores tienen antídotos para cada lesión que me dejas. Ellos si te conocen bien y saben cómo contraatacar, confío en ellos y en sus estrategias, no te tienen miedo. Creí que no tendría que recurrir a ninguno de esos antídotos, tenía la esperanza de terminar invicta cada una de nuestras batallas, pero eso es imposible: así es la guerra. Aún así sabiendo que puedo salir malherida en la próxima, acudo con valentía, esperando ataques con tus mismas armas, con la incertidumbre de saber si guardas algunas más letales. Sé que no hay manera de saberlo hasta el día que nos enfrentamos cara a cara, así que aunque nunca tuve entrenamiento previo, me preparo día a día para verte, entreno mi espíritu orando y meditando, entreno mi corazón con agradecimiento y mi mente con recuerdos y sueños que sé que me faltan por cumplir, planeo estrategias para ayudar a otras mujeres y eso me mantiene enfocada en todas las cosas que haré cuando te gane.
Hoy me encuentro bien, estuviste escondido y no saliste a pelear, pero no puedo bajar la guardia, te gustan los ataques sorpresa. Adelante que yo también tengo mis armas secretas y no tengo temor de utilizarlas, ya no te tendré piedad. A partir de este momento no habrá tregua entre nosotros aprovecharé cada descuido tuyo y te atacaré con todo lo que tengo. Así que mantente relegado, oculto y haciéndote cada vez más pequeño, pronto ya no tendrás nada con que atacarme y no podrás lastimarme, y finalmente recuperaré mi territorio.