Por Daniela Montes
Cuando realizas un proceso de adopción sabes que habrá preguntas que tus hijos podrán hacer y que la respuesta que des va a causar un dolor en ellos. Esto puede ser porque la respuesta sea dura y les cause más que calma por conocer un dolor por conocer el por qué de esa situación. O que la incertidumbre crezca al no haber una respuesta que dé fin a esa curiosidad. Desde que mi hija llegó a nuestra familia tenía un gran miedo sobre cómo manejar algunos puntos de su origen, específicamente sobre cómo abordar el hecho que su madre biológica si conservó en el seno familiar a una de sus hermanas mayores.
Para mi esa era mi pesadilla más grande. Cómo explicarle eso sabiendo el posible dolor que representaría para ella saberse o sentirse poco valiosa o deseada. Es algo con lo que por años he tenido que ir trabajando, estudiando y haciendo un proceso personal que me permitiera dar una respuesta lo más clara posible, que ayudara a pasar este proceso de conocer de una forma más. Desde que ella llegó hemos hablado sobre su adopción de una forma natural, con la finalidad de ayudarle a procesarlo lo más ligeramente posible y entendiendo como adultos que este proceso es para la restitución de derecho de una familia de ella y esto significa que conozca sus orígenes y los pueda integrar de la mejor manera. Sin embargo, sabemos que hay casos donde no hay una respuesta, porque no conocemos el porqué o la historia familiar completa y solo podemos hacernos ideas sobre lo que en realidad sucedió. Es aquí donde las familias tenemos que prepáranos para responder las preguntas que nuestros hijos van a tener a lo largo de su vida, pero sobre todo para que estas preguntas puedan salir de sus mentes y trasmitírnoslas para dar un poco de calma o acompañamiento cuando lo necesiten.
Algunas preguntas que pueden hacerse y hacernos son: ¿Por qué no me quedé con mi familia? ¿Por qué mi mamá no me quiso? ¿Por qué no podía cuidar de mi/ nosotros? ¿No me quiso porque soy malo? ¿Por qué se quedaron mis hermanos/hermana y yo no? Son preguntas que retumban no solo en su cabeza si no en su corazón y que como familias son difíciles de procesar, pero es de suma importancia el conocer que es necesario darles respuestas en la medida que las tengamos. Es muy valido reconocer si no sabemos la causa, pero siempre validando la emoción que causa en ellos esta falta de respuesta, y brindarles el apoyo en el momento que decidan buscar dichas respuestas. En mi caso hace algunos días mi hija de 7 en un viaje en auto me preguntó sobre el proceso de su hermano mayor y luego me hizo la pregunta tan temida: Mami ¿Por qué mi mamá se quedó con mi hermana y conmigo no? Esas palabras aún me duelen. El que a su corta edad tenga estas dudas y sea algo que piense fue muy fuerte para mí, y solo atiné a responder lo que conozco: Porque no podía cuidarlas a ambas. El ver su cara y la madurez que tiene me dejó aun más impactada, su respuesta fue: Entiendo, me dejó con la mejor familia, y cambió de tema.
Ese día para mi fue muy fuerte, hablé con una amiga y le conté, lloramos y hablamos sobre la importancia de tocar estos temas y darles seguridad al responder lo que necesitan saber.
Ese día recordé que No estoy sola, y quiero decirte a ti que me lees que tú tampoco lo estás. Nuestros hijos por adopción o acogimiento necesitan familias fuertes y dispuestas que logren acompañarles en todos sus procesos, por eso te invito a acompañarte y a seguir aprendiendo.
A ti que me lees te deseo que todo lo bueno de la vida te abrace y se quede contigo, y recuerda si quieres platicar o desahogarte cuentas conmigo y me puedes contactar al 8442476783.