RECOMIENZOS Y NOSTALGIA

Por Ana Carrera

Sonaban las rolas de Nirvana y recuerdo traducirlas con mi querido diccionario de bolsillo. Encontré fascinante el incipiente internet y sorprenderme con la información que encontraba frente a la computadora. ¿Será que con estos avances, la gente dejará de leer? Y entre el temor a esa respuesta, algo se prendió en aquellos 2000 que decidí, a como diera lugar, estudiar-leer, crecer-escribir, conocer gente-reflexionar, aprender un friego y sacarle jugo a esa red que me parecía haber inspirado películas, mangas y miedos de generaciones atrás. Me motivaba vivir la ficción de Asimov y sentirme Lain en la versión mexicana de la Wired… me iba a la cama pensando en las probabilidades que se vendrían para mi vida.

Recuerdo la Universidad y en las raras horas libres armar un blog y colgarlo en la web. Poesía, música independiente y reflexiones llenas de víscera volcaban las aventuras, alegrías y porqué no, las miserias que una a esa edad acumula. Al inicio, divertía el soliloquio y la libertad de escribir lo que fuera, delicioso era leerme a mí misma y hacerle a la autocrítica… daba editar y reescribía lo escrito y releído. Sí, era un acto muy ególatra en la bellísima broma de la juventud. Claramente llegaron personas afines y ya no estaba tan sola en el ciberespacio. Habían más como yo y escribían, se manifestaban, se desvelaban, peleaban entre ellxs y así, de repente, quienes bloggeaban formaron un movimiento indie con temas de múltiples intereses. Entre ellos los que más me apasionaban: fanzines escaneados, poesía punkie y foto en blanco y negro. ¡Qué buenos tiempos!

Hice grandes amistades a raíz de los bloggers, se dieron lecturas de textos en cantinas y lugares más aseados. Algo de lo escrito se publicó y mucho de lo leído fue tan útil que servir palabras a través de la edición y creación independiente se hizo un vicio, a veces creo que se ha vuelto un fetiche.

Con este previo, sólo pretendo introducir a quien se pasee por esta columna a la verborrea de una mujer que le tocó la fiebre del Chupacabras, el Y2K y que no tuvo dinero (ni independencia) para ver a Linkin Park la primera vez que tocó en la Ciudad en México. Me ha pasado el tiempo encima y gasto mis días frente a grupos de estudiantes de ingeniería y siendo mamá de crías súper preguntonas que justo esta semana, discuten sobre presentarse en un concurso de talentos cantando una rola de Ataque 77 y la otra, una de Tones and I.

Así que por aquí estaré, tecleando con ganas y haciendo miscelánea con toques de contracultura.

Por hoy y entrada en la nostalgia del contexto inicial, les dejo con un poema, corría el 2008 y de fondo musical el disco Fome de Los Tr3s.

no quiero que se llame

y es que hay imprecisión
imprecisiones día-mañana-después
la hora de cerrar la puerta
los carcomedores de tiempos
tus prisas

la cara se presta a no dejar irte,
se arruga y finge, no demencia, ser sensata
lo abierto de las fosas nasales te dice, quedito, casi inaudible:
“no te vayas, no me dejes”
…
no hemos develado las placas
de tu boca a la mía tres.dos.mil. palabras
un resorte suplicando paciencia,
los eslásticos de las ganas, tu pasado que pesa
mi presente que asusta

impreciso quererte a como se me pegue la gana
dolerte y deliciosearte como se me hinche lo que no tengo
tomarte en mis manos, no llamarte jamás ficción

y es que hay imprecisión
imprecisión desdeñosa de hacernos trizas
las horas de cambiar cerraduras
los tiempos ganados, somos amigos
un tú bien yo
nos tenemos simbióticos
corriendo
ambos corriendo como nunca antes
zancadas largas, no paramos
corriendo
corriendo

anakarrera@gmail.com