Por Alejandra Peart Cuevas
La conmemoración internacional del 1 de mayo como el Día del Trabajo, tiene su origen en la represión de una manifestación obrera en Chicago, Estados Unidos, ocurrida precisamente el primer día de mayo de 1886.
Muchas mujeres han luchado a lo largo de la historia para hacer frente a los retos puestos por la sociedad y reivindicar sus derechos para que podamos crear una sociedad más equitativa y libre.
En No Estás Sola queremos recomendar algunos libros escritos por mujeres de la actualidad que reivindican la lucha, que aunque ya se ha avanzado parece eterna, por los derechos laborales de las mujeres y sobre todo por la visibilización del trabajo de la mujer en todos los ámbitos.
El último hombre blanco, de Nuria Labari
La heroína de esta novela se ha convertido a los cuarenta y cuatro años en un auténtico “hombre” de negocios: gana doscientos mil euros al año y moldea su cuerpo, su tiempo, su lenguaje e incluso sus relaciones sexuales para lograr sus objetivos. gran poder, puede ser aceptado en su círculo, ganarse su total confianza y, finalmente, convertirse en uno de los suyos. En la cima de su carrera, cuando durante años había vivido, pensado y ganado igual que sus colegas masculinos, miró hacia atrás y observó su propia transformación, comprendiendo desde el momento en que pensó por primera vez que había nacido en el lugar equivocado que su carrera profesional El éxito también fue un monumento personal, el resultado de la transformación.
El último hombre blanco puede leerse como la crónica de un infiltrado en las costuras del mercado laboral o como el testimonio de un hombre poderoso y opaco que por primera vez toma la palabra y está dispuesto a decir la verdad. La prosa incisiva y lúcida de Nuria Labari sirve para contar la historia de una mujer que creía que necesitaba escalar una montaña y cómo, una vez que logró llegar a la cima, quiso volarla.
Al menos tienes trabajo, de Naiara Puertas
La imagen circula ampliamente en las redes sociales. El protagonista de Ben-Hur, interpretado por Charlton Heston, rema en una galera tras ser capturado y convertido en esclavo. En el marco alguien ha colocado cuatro palabras: Al menos tienes trabajo. Sonreímos al ver la imagen porque hemos escuchado esa frase muchas veces. No importa si te quejas de las horas extras no pagadas, de que tu salario no te permite sobrevivir o de que tu contrato no se cumple: siempre hay alguien dispuesto a recordarte que agradezcas tener un trabajo. Pero, ¿por qué exactamente tenemos que estar agradecidos? Pero, ¿por qué exactamente tenemos que estar agradecidos? ¿Los días interminables, la imposibilidad de cuidar a las personas que nos rodean, las enfermedades laborales, los accidentes, las muertes? Paralizados por la posibilidad de empeorar, aguantamos como podemos mientras entregamos cada vez más aspectos de nuestra vida al mercado: una habitación alquilada en Airbnb, algunos trastos vendidos en Wallapop, un trabajo extra como pasajero en el fines de semana. En el mejor de los casos, nos esforzamos por mejorar algunas condiciones laborales específicas, pero la acción colectiva parece detenerse ahí. Al menos tienes trabajo para hacer una radiografía del mercado laboral y preguntarte si es hora de hacer otras preguntas. Empezar a pensar en qué y por qué trabajamos y no sólo cómo lo hacemos.
Yeguas Exahustas, de Bibiana Collado Cabrera
Una madre, con los dedos rígidos por clasificar naranjas en un almacén y limpiar los apartamentos de vacaciones de otras personas. Una hija, también con los dedos rígidos, pero mecanografiando trabajos, tesis y mil trabajos académicos. Y algo que no encaja. La sensación de que debería estar sucediendo algo que nunca sucede. Este libro nos presenta un rosario de mujeres exhaustas. La falsa promesa del trabajo duro se hace añicos entre estas páginas mientras Camela o Estopa juegan.
Yeguas exhaustas es la historia de una hija que tiene una relación dañina, que piensa en las heridas del cuerpo, en las tremendas diferencias de clases y sus implicaciones, en el clasismo del “mundo”. ” de la cultura”, en el acceso al mercado laboral, en la endogamia universitaria y sus laberintos… en definitiva, en el ascensor social roto.
Poética del empleo, de Noemi Lefebvre
La protagonista de este libro no clasificado es una joven poeta convencida de que realmente no existe y trata de encontrar el sentido de la vida y su lugar en el mundo junto a la sombra omnipresente de su padre. La prosa de Noémi Lefebvre es divertida, conmovedora y conmovedora, y forma un tratado divertido y perspicaz sobre las presiones que una sociedad sombría y cruel impone a todos nosotros y las presiones contra las que luchamos en vano. La Poética del empleo es un grito contra la esclavitud del trabajo y una declaración de amor por el lenguaje y la escritura, aunque sean inútiles. Como forma de resistencia, la poesía protege el espacio. La claridad de Lefebvre es liberadora.
Un trabajo para toda la vida, de Rachel Cusk
En estas páginas, Rachel Cusk habla de sus primeras experiencias como madre y reflexiona con mucha honestidad sobre lo que significó este período: un adiós a la libertad, al sueño y al tiempo, un viaje a las raíces del amor y difíciles lecciones de humildad. La autora analiza brillantemente las principales cuestiones relacionadas con el embarazo y la maternidad, desde la ambivalencia de la madre y las emociones encontradas, como la infantilización social de la mujer embarazada y los cuidados posparto, hasta los escollos contenidos en diversos discursos de la época. Es divertido, conmovedor y brutalmente honesto. Este libro es sin duda uno de los mejores libros sobre maternidad escritos en lo que va del siglo. Publicado en 2001, el libro causó sorpresa e indignación, y un destacado crítico incluso apeló a los servicios sociales para la custodia de las hijas de la autora. Más de 20 años después, esta innovadora obra sigue sorprendiendo por su asombrosa claridad y ha sido traducida al español por primera vez.
La dependienta, de Sayaka Murata
Keiko Furukura tiene 36 años y es soltera. De hecho, nunca tuvo pareja. Desde que dejó su familia tradicional y se mudó a Tokio, trabaja como empleada en Konbini, un supermercado abierto las 24 horas en Japón. Siempre se había sentido un inadaptado social, pero en el trabajo descubrió un mundo predecible dominado por manuales que decían a los empleados cómo comportarse y qué decir. Logró la normalidad que la sociedad esperaba de ella. Todo el mundo quiere que Keiko tenga su propia casa y siga un camino normal, lo que la hace parecer una santa. Sayaka Murata se ha consolidado como una nueva voz en la literatura japonesa al interpretar con alegría las expectativas sociales de las mujeres solteras.
Los armarios vacíos, de Annie Ernaux
Esta es la historia de la explosión social de una niña atrapada entre dos mundos: sus padres, el proletariado que se gana el pan con el sudor de sus manos y la burguesía bien educada. Cultura, gente que se gana la vida sin arrugar el traje. Existe una brecha entre lo que los padres dedicados sacrifican para criar a su hija y lo que esta niña puede brindarles. Este desacuerdo crea una gran culpa, y de ahí surge una gran ira. Abuso social que conduce al abuso emocional. Debemos deshacernos de ese yugo lo antes posible. Y la salida es la educación, las universidades. Fue escrito con dureza y brutalidad, sin autocensura. Frases frescas y mezquinas para no olvidar, para no huir de demasiada realidad.
Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlin
El secreto mejor guardado de la literatura americana. Lucia Berlin se basa en su extraordinaria y tumultuosa vida para crear una verdadera maravilla literaria a través de episodios cotidianos inspirados en su incomparable sentido del humor y melancolía. Las mujeres de sus historias están desorientadas, pero fuertes, inteligentes y, sobre todo, muy realistas. Ríen, lloran, aman, beben y sobreviven.