Por Sara Serrato
Cuando me enteré de que tenía cáncer de mama tan joven, mi mundo obviamente cambió y mi percepción de la vida también. Te pones a pensar en qué hiciste mal para merecer lo que te está pasando, piensas en tus seres queridos y en los daños que esto tendrá en ellos, al igual que en el dinero que gastarás en algo que no invitaste a tu vida.
Sé que mi escenario pudo haber sido peor, pero eso no quita el hecho de que cada vez que voy a consulta de algo o tengo que dar información médica, me siento rara al decir de que tuve varias cirugías y que tuve cáncer de mama. Antes mi respuesta a todo esto siempre era “nada”.
Mi vida cambió. Cada vez que me estreso me da miedo de que regrese el cáncer, cuando no hago ejercicio me da un remordimiento horrible de que no estoy cuidando mi cuerpo, cuando no como bien siento que me hará mucho daño. Es un sinfín de miedos que no los haces notar pero los tienes. Lo que antes era común para mi, ahora ya se convirtió en un miedo constante.
El cáncer es una palabra que literalmente da miedo, por todo lo que implica tenerlo, porque puede durar desde un año, hasta 10 años o más. Es algo desgastante tanto físicamente como emocionalmente.
Todo el mundo habla de cuando el paciente está en el proceso del cáncer, pero nadie habla del proceso de cuando se va el cáncer y de los traumas que te deja. Esto dependerá de que tan bien te haya ido, si tuviste o no apoyo de tu familia o seres queridos o si te endeudaste por tanto medicamento, nunca vemos el después de esta temporada tan pesada.
Mi familia, novio y amigos me ayudaron demasiado a poder pasar esta etapa tan complicada y me trataron de lo más normal posible. Esto me ayudo a no sentirme como bicho raro enfermo, y, sin esto, mis resultados tal vez hubieran sido diferentes.
¿A dónde voy con esto? Si conoces a alguien que este pasando por esta enfermedad, no trates diferente a esa persona, trátala normal, porque créeme que lo que menos quiere es que la veas diferente. El cáncer te cambia, pero sigues siendo tu. Lo único que se modifica un poco, es tu cuerpo y tu estilo de vida. Dejen de decir un “échale ganas” o un “eres muy fuerte”, porque creanme que como pacientes le estamos echando ganas y sabemos que somos muy fuertes.
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Admiro tu fuerza y valor me hubiera encantado leer o conocer a una guerra cundo mi mamá tuvo su diagnóstico porque talvez le hubiera servido para no darse por vencida, un abrazo