Por Mayte Cepeda
Hace unos días vi que en Monterrey habían abierto un restaurante de la cadena norteamericana llamado Hooters. Pese a que el logotipo de ese lugar refiere a un búho, el significado “vulgar” de ese sitio hace referencia a los pechos femeninos. Y bueno, considerando el uniforme que deben llevar las meseras que ahí trabajan, entendemos que el enfoque es objetivar a la mujer y convertirla en publicidad para atraer clientes.
Hasta ahí, todo bien. Cada quien es libre de hacer de su vida un papalote, ¿cierto? De buscar el empleo o fuente de ingresos que desees. Incluso me parece genial que las hooteritas que laboran en restaurantes ubicados en ciudades donde las temperaturas son altas y extremas que anden con short, top y tenis para trabajar, aunque desafortunadamente ese atuendo sea posible causa para recibir un halago, piropo o algo más insinuante y riesgoso.
¿CONTRADICCIÓN?
Pero, ¿Qué no se supone que estamos trabajando en la lucha por abatir lo que históricamente ha posicionado a la mujer como un objeto sin los mismos derechos de los hombres?
Dándole una desmenuzada al tema del uniforme laboral de las meseras de esa cadena restaurantera, aún y cuando vemos que se incrementa día a día la población con pensamiento progresista, de defensa a los derechos humanos, igualdad, equidad de género e inclusividad, seguimos frente a conductas y costumbres encaminadas a ver a la mujer como un objeto de publicidad y mercadotecnia.
CUANDO CREES TENER EL DERECHO, PERO NO LO TIENES.
Considerando la biología humana (en específico la masculina) es casi imposible que un hombre con gustos heterosexuales, no le provoque gusto, placer, interés y otras conductas de deseo sexual, el ver a una mujer con poca ropa, curvas y todo acomodado en su lugar. Y si ahí parara la cosa, todo estaría bien. El problema es cuando el hombre (o algunas mujeres) sienten tener el derecho de manifestar a la mujer un piropo, comentario, mirada, insinuación o algo más, justificándolo en la provocación que le generó verle en poca ropa.
Contradictoriamente, aún estamos frente a esa falsa narrativa que, por un lado, busca que la mujer sea tratada en igualdad de condiciones, respetada en su integridad y seguridad, mientras que por otro lado se promueve la cultura del trato como objetos de deseo, comercio y generación de ganancias por su exhibicionismo, tanto a hombres como mujeres (only fans es un claro ejemplo) escudándolo en la bandera de libertad al derecho de expresión y trabajo.
Yo quiero que las actuales generaciones de niñas, jóvenes y mujeres vean claramente sus derechos y libertades de ser, vestirse, expresarse y desarrollarse desde la perspectiva de igualdad y respeto, siempre y cuando no sobrepasen la esfera de derechos de otros. Quiero que mi hija tenga la certeza de que sus derechos no tienen porqué limitarse ni coartarse.
LIBERTAD Y RIESGO
Hoy en día, aún y cuando tenemos todo el derecho del mundo de ser y expresarnos, debemos cuidarnos y cuidar a nuestras hijas, hermanas, alumnas, orientarlas como anteponer su integridad y evitar provocar a aquellos que parecen no saber controlarse. Tenemos que pedirles ser precavidas para no arriesgar su cuerpo, seguridad e integridad, pero educarlas para saber defender sus derechos y libertades en todo momento. Porque la lucha por la igualdad sigue y aún falta mucho camino por recorrer.