DE FANZINES, MÚSICA Y COSAS QUE NO SABÍA QUE ERAN PUNKIES (PARTE 2)

Por Ana Carrera

Y bueno, heme aquí tecleando nuevamente.

Me había quedado en la onda fanzinera, el fetiche con el papel y cómo descubrí demos de bandas  underground acompañados en una bolsita por literatura hecha con recortes y palabrujas.

Eran los incipientes dosmiles, mucha ciudad y mucha lectura. Estudiaba y tecleaba en un blog, el cual me conectó con personas tan afines que aún guardo amistades de ese tiempo. Me dio por la escritura de largo aliento, prosa poética y recuerdos de la infancia. Y bueno, y quién no escribe así, desde la añoranza, el dolor, el miedo. En ese entonces, el Foro Alicia en la CDMX, estaba en su pleno apogeo.

Fanzine por Nekro. Extraído y escaneado del libro «Mi Pequeña Colección de Funzinez – BBKID».
Primera edición, Chappanoland 2011. Ugly Records 053.

Las muelas del juicio estaban doliendo con mucha fuerza y recuerdo que cuando tuve esa cirugía, tocó Boom Boom Kid y fui a verlos, una de las suturas se rompió pero el Nekro (Carlos Rodríguez) me abrazó y me sentí realizada. Hoy, no están para saberlo, me he dado cuenta que él es mi coetáneo -ahora entiendo todo-.

Y bueno, resultó que este señor se hizo un referente desde que tocaba en Fun People, no sé si por las letras desordenadas tanto en sus rolas como en los fanzines y sus no menos melodiosos sonsonetes… todo esto mientras se habla de lo que duele crecer y estar.

Ver esa forma de expresión tan pura y sin recato, hacían que me motivara y que la duda no cupiera. Se fue perdiendo el temor a la hoja en blanco y rellenarla de lo que llegara en el momento, y no, también podía escribir de lo que se añejaba y permitía reforzarse con más palabras. Escribía “minutos”, anotando los minutos (sí, los números) y segundos del debraye que llegaba (23:57 p.e). Y coleccioné cientos, muchos fueron… algunos sorprendentemente publicables que hasta salí en una revista bien fregona: Atemporia.

De entre Sinfonías – Fanzine «de mañanas y tarde-citó en el Botánico de Bs As» – BBKID. (Escaneado)

Así el vicio se fue haciendo una actividad doméstica. Llegaba al trabajo, escribía un par de minutillos. Leía los blogs de poetas emergentes y disfrutaba sin mesura la combinación de música y literatura: las horas volaban. Los viernes religiosamente iba a las luchas a la Arena México y de forma consuetudinaria me reunía con Kike, amigo entrañable con quien compartía música nueva e íbamos a toquines mientras la vida nos pasaba encima. Eso sí, seguí tecleando sin parar. Empecé a mandar mis textos como colaboraciones a fanzines en el norte y sur del país. Me di cuenta que mientras escribía sonaban rolas en mi cabeza y que las imágenes que traían los versos venían de una hurracarrana, del Chopo, de los cinturones encargados mientras íbamos a una tocada, de mis tenis puma verdes, de mis veintes y la mucha soledad que me estaba enseñando a entender(me). Éramos pocas mujeres las que estábamos al frente de proyectos editoriales independientes y que eso, darme cuenta de eso con precisión… era abrir los ojos a la punketez que desde hacía rato habitaba pero no la veía. Y que me dan ganas de teclear más fuerte y ahora publicar a otrxs.

Por hoy, me quedo así… en la siguiente y última entrega de esta trilogía les contaré qué pasó con los proyectos editoriales y lo que escribo ahora.

Si no conocen a BBK, aquí una probadita:

Ana Carrera

Viajera, editora y académica. Como buena capricornia le gusta investigar, analizar y proponer. Considera que escribir es una forma de sanación y de volverse inmortal. Desde que se topó con la edición independiente se imagina en un bar sirviendo tragos de palabras, labor que disfruta realizar mientras le explica a sus hijas sobre las mujeres que han cambiado la música, la ciencia y la forma de ver el mundo. [email protected]

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