El amor platónico

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Por Laura Carrillo

Todos hemos experimentado el amor platónico en nuestras vidas. Cuando éramos niños, veíamos a nuestros padres como súper héroes, luego crecimos y apreciamos en los “amores inalcanzables”, el amor platónico. Incluso en la paternidad, idealizamos la relación con nuestros hijos.

El amor platónico es mirar la realidad con ojos optimistas y esa visión es necesaria para que el amor más puro surja. Lo confieso, soy una romántica, prefiero mirar al mundo de manera optimista. He decidido formar una familia, incluso en este mundo que parece no tener cura, porque creo que aún hay esperanza y así vivo.

El amor que siento por mis hijos me lleva no sólo a desear un mundo justo y equilibrado, aún y a pesar de mis miedos o frustraciones, vuelvo a recuperar la fe.

En estas vacaciones mi hijo me dio una gran lección. Después de experimentar los efectos del desabasto y quedarnos sin gasolina para seguir hacia nuestro destino. Con la frustración a tope, el enojo latente y los mil pensamientos de desilusión, dijo: “Este ha sido el mejor día de mi vida”. Para todos los presentes, esa frase fue una sorpresa. Yo le respondí con una pregunta “¿Qué lo hace el mejor día de tu vida?” “Estuvimos juntos como familia y con los abuelos. Jugué en el parque con el regalo que Santa me trajo, después jugué en un nuevo lugar hasta que se hizo de noche. Este día ha sido muy divertido.”

Los adultos nos miramos sorprendidos, durante horas viajamos en carro, no muy cómodos. Llegó el momento de rellenar el tanque de combustible y, donde llegamos, no había gasolina. Tuvimos que iniciar un recorrido en búsqueda del preciado líquido. 14 gasolineras después, y ya cansados, nos hicimos a la idea de que no nos íbamos a mover ese día, por lo que nos fuimos con los niños a un parque lleno de arena en un terreno baldío. Tocó la hora de ir a cenar, y para nuestra suerte, el restaurante sí tenía área de juegos, por lo que al menos pudimos cenar tranquilos mientras los niños se entretuvieron. Desde la perspectiva de los adultos (mis suegros, mi esposo y la mía propia), el día había sido fatal. Escuchar, desde la visión de mi hijo, “este ha sido el mejor día de mi vida”, me hizo sentir viva y feliz, con gran esperanza.

Los niños viven con sencillez, ven las cosas con ojos aventureros viven con intensidad cada momento. Para mis hijos daba lo mismo dormir en el carro, que en una cama o en el piso. Lo que importaba es que estábamos viviendo juntos la gran aventura. Mientras que, en el mundo adulto, sólo vemos los hechos, contamos los sucesos y dejamos de leer los mensajes que pueden guiar más que las acciones, cuando la experiencia no está sucediendo como la planeamos. El mensaje era: estás vivo lejos de casa, pero recibiendo la ayuda necesaria para sentirte agradecido.

Tal vez por eso, después de tantas historias, el amor platónico sigue vivo. Todos necesitamos un poco de romanticismo para ver los sentimientos que nos hacen ser cada vez más humanos. Como dice David Hume: “La belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla”.

Texto incluido en NES Ed.2 AMAR

Laura Carrillo

Mamá de 2 hijos, egresada de la carrera de Psicología UDLAP, Educadora Certificada en Disciplina Positiva para Padres y en el Salón de Clases por la Positive Discipline Association. Psicóloga del Centro Integral de Maternidad del Hospital Universitario de Saltillo. Cofundadora de Matatena A.C.

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