Por Liliana Contreras Reyes
En vacaciones de diciembre, tuve la oportunidad de ver tele. Netflix agregó un lote de películas hindús o de Bollywood, como he leído que las llaman, así que me fui por esa línea y vi “Prisionero en casa”, “El cielo es rosa”, “Vida solo hay una” y “Dil dhadakne do”.
Fue una experiencia interesante, porque tenía ciertos prejuicios respecto a esa parte del mundo que desconozco: mujeres que visten ropa tan normal o común, como puedo usar en México; que luchan por los mismos ideales; que se divorcian o se quedan solteras; que dudan de la existencia de Dios; que no aceptan la poligamia o que quieren ser independientes.
Me sentí culpable por las ideas tan tontas en mi cabeza, la verdad, porque son el equivalente a los estereotipos de los mexicanos que abundan en otros países.
Luego, subí otro escalón.
Leí a Joumana Haddad, en su libro “La hija de la costurera” y mis reflexiones y pensamientos acerca de lo que significa ser mujer se intensificaron. Se trata de una escritora y activista libanesa, que estuvo en la pasada feria del libro en Saltillo. Traté de leerla en su página, pero los caracteres y el idioma no me lo permitieron. Esperé a que una amiga me prestara sus libros y, en unos cuantos días, ya estaba inmersa en el mundo árabe – libanés. Otro golpe a mis prejuicios. Resulta que las mujeres libanesas también se enfrentan al dilema de trabajar o ser madre, hay algunas que son homosexuales, otras que se enamoran del hombre menos indicado, las que mueren por violencia intrafamiliar o por proteger a sus hijos de la guerra.
Es decir, mexicana, india o libanesa, sufrimos de los mismos males, tenemos aspiraciones similares.
Pero, vamos a dar un paso más arriba. Empecé a leer a Alice Munro, en su libro “Las lunas de Júpiter” y me topo contra la pared. En sus cuentos, la autora canadiense retrata a la mujer que se viste para las mujeres, a la mujer que es juzgada por ser soltera después de los cuarenta, al ama de casa sin aspiraciones profesionales, a la que teme salirse del estereotipo familiar o a la mujer que se siente frustrada por no poder trabajar. Alice Munro, siendo un ama de casa “nada más”, ganó el Nobel de literatura.
Ya somos cuatro: mexicana, india, libanesa o canadiense, las mujeres nos enfrentamos a retos semejantes. Creo que no tiene que ver con el nivel de desarrollo de un país, tiene que ver con el proceso de convertirnos y descubrirnos mujeres. Siendo lo que somos, respetando cómo somos.
Sí, hay una pandemia. ¿La enfermedad? El devenirse mujer.